El Huevo de Pascuas: un símbolo religioso

Inútil decir que el huevo es el símbolo de la Pascua en todo el mundo: se lo encuentra de cartón, de cerámica, de terracota, tallado, pintado, de chocolate e incluso ¡de azúcar!

Las variedades dulces, ideadas por razones comerciales, son muy recientes mientras que los huevos verdaderos, pintados y decorados tienen un origen muy antiguo.

Huevos históricos…

 El huevo es considerado desde siempre un elemento rico de significados simbólicos: probablemente a causa de su forma desde mucho antes de la era Cristiana representaba el símbolo de la vida, del misterio y de lo sagrado. En algunas creencias paganas y mitológicas el cielo y la tierra eran consideradas dos mitades del mismo huevo, el cual representaba un regreso a la vida: los pájaros preparaban el nido para los huevos en primavera, signo de que el invierno terminaba y nuevas vidas se preparaban a nacer. Para los antiguos Egipcios el huevo era el origen de los cuatro elementos que formaban el universo: agua, aire, tierra y fuego. Los egipcios adquirieron sucesivamente la tradición de intercambiar huevos decorados en el equinoccio de primavera, fecha con la que iniciaba el nuevo año. Pero ya desde la cultura de los persas se intercambiaban huevos de gallina en ocasión de la llegada de la primavera, con ritos para celebrar la fertilidad y el renacimiento de la naturaleza. A ellos siguieron numerosos pueblos como los ya mencionados egipcios, los griegos, y los chinos. Los huevos eran considerados objetos con poderes especiales y eran enterrados bajo los cimientos de los edificios para mantener distante el mal, se los acercaba al vientre de las mujeres encinta para descubrir el sexo del futuro bebé y las esposas se pasaban un huevo por la piel antes de entrar en la nueva casa.

En la Roma Antigua se usaba decir “Omne vivum ex ovo” y sepultar un huevo pintado de rojo en los campos como ritual para propiciar una buena cosecha. La tradición de donar huevo, por lo tanto, se remonta a mucho antes de la era Cristiana y los cristianos incluyeron en sus costumbres muchos de los ritos paganos: la fiesta de la Pascua se celebra el primer domingo luego del Plenilunio que sigue al Equinoccio de Primavera. En el Medioevo el huevo se regalaba a los siervos, luego la tradición se entrelazó con las usanzas cristianas. Los huevos, símbolo del renacimiento de la naturaleza y del hombre, fueron asociados a la resurrección de Cristo: el pollito nace del huevo, Cristo vuelve a la nueva vida.

De cualquier manera, pareciera que la real difusión de la usanza del huevo como regalo durante la Pascua se inicie en Alemania donde entre los varios regalos de Pascuas aparecían simples huevos.

Huevos golosos…

 Es en la época Medieval donde nace la tradición de crear huevos artificiales fabricados o revestidos en materiales preciosos, como oro, plata y platino. Pero hoy el Huevo de Pascua por excelencia es el huevo de chocolate, cuyo origen hasta ahora no es del todo claro: algunas leyendas cuentan que el primero en ordenar que fuera realizado un huevo de chocolate en ocasión de la Pascua fue Luis XIV, otros sostienen que esta usanza nació en América, tierra de la cual proviene la planta xocoatl, o sea la planta que conocemos como cacao.

Y es a propósito del cacao y de la producción de los huevos de chocolate que el 1789 es recordado no solo por los eventos históricos que lo caracterizaron sino a causa de un fenómeno menor pero importante para los gourmets: en el 1789 se inventó el conchage. ¿Y qué es el conchage?

 Os dejo con el agua en la boca, si queréis develar el secreto ¡no os perdáis el próximo artículo de Simona!